Me apetece escribir sobre algo que sé que algunos pensáis. Pero este tío, ¿por qué comparte tanto su vida?, ¿por qué nos cuenta como está o deja de estar?, ¿no tiene amigos o qué?
Voy a exponer los motivos que me llevan a quererme compartir tanto.
Me enamora compartir!
Cuando estoy en un concierto que me transmite sensaciones, las quiero compartir. Cuando estoy con gente que me cae bien y me da buenas vibraciones, las quiero compartir. Cuando aprendo algo nuevo que me parece útil en mi vida, también me nace compartirlo. El hecho de compartirlo, provoca que se me multiplique la sensación que me ha generado esa cosa.
Y es que siento que he aprendido tanto de cosas que me han compartido: maestros que han compartido su conocimiento, personas que comparten su felicidad, videos que transmiten realidades alejadas a la tuya y que logran transmitirte lo que está ocurriendo...
También lo "malo"...
Sin embargo, en cierto momento me di cuenta que solo compartía cosas buenas, positivas, que me hacían sentir bien. Y que todo el mundo hacía lo mismo. Y en cierta manera, ¡es genial! Al contrario que en las noticias, las redes sociales están llenas de fuerza, positividad, y alegría. Y eso es un impulso para muchos.
¿Pero qué ocurre cuando únicamente compartimos ese aspecto de la vida? En mi caso, entro en una presión para enfocar eso, para encajar, para ser parte de esta sociedad que me rodea (no olvidemos que instintivamente siempre queremos formar parte de un conjunto mayor). Y cada vez sentía que había una distancia más fuerte entre lo que yo estaba viviendo y lo que estaba compartiendo.
Así que hice un acto de valentía y rebelión, y empecé a compartir cosas más "desagradables". Puntos más duros de la vida, emociones más crudas, menos aceptadas... Eso me genera dudas y malestar a veces, pero me siento menos dividido, siento una mayor integridad. Y hablando de integridad...
Pero si es tu marca personal! ¡¡¡Si tienes a clientes en Instagram...!!!
Pues sí, y es que lo profesional nos condiciona una barbaridad. Cuando trabajaba en el mundo empresarial, lo notaba MUCHO. Personas que se vestían totalmente diferente en el trabajo que en su vida, que hablaban y se comportaban diferente de como ellos eran en su día a día natural.
Me harté muy rápido de esto. Cuando me obligaban a vestirme de una manera que no iba acorde con mi personalidad, me sentía SUPER incómodo. Ahí me di cuenta de lo poco productivo que es este modo de entender la profesión (y la vida). Cómo vas a convencer a alguien con tu vestimenta si por dentro te estás sintiendo tremendamente inseguro.
Así que, cuando empecé mi camino como autónomo, decidí que no me iba a dividir. Es más, lo convertí en una fortaleza, ya que justamente promuevo la integridad personal y profesional, y hay mucha gente que se siente identificada y muy cómoda en ese aspecto.
¿Y qué pasa si alguien no quiere trabajar contigo porque te ves vulnerable?
¿Es mi problema, o es el suyo? ¿A caso somos máquinas que producen a la perfección? ¿O más bien somos seres humanos con nuestras subidas y bajadas? Quizás hay alguien que no es así, que tiene una vida más estable y una visión más fría de la profesión, y lo más seguro es que encuentre profesionales de su mismo estilo con más facilidad, ya que es lo más extendido a día de hoy.
Estoy seguro que la mayoría de personas viven un mundo interior ajetreado y diverso, y encontrar a personas que también se sinceran en ese aspecto y que están dispuestos a ayudarte, debe ser un alivio. Poder realizar un proyecto personal en el que sabes que por encima de todo, estás tú, y la otra persona lo respetará al máximo.
¿Seguro que no buscas aprobación...?
Pues en parte, supongo que sí. En esta búsqueda personal, siempre es un gusto cuando alguien te reconoce, cuando alguien te dice: sí, vas bien. Me gusta cuando algo me sale bien y puedo compartirlo, que la gente lo reconozca de manera parecida. También me gusta que cuando algo me sale mal, la gente lo vea, entienda que no soy perfecto (lo que me genera menos expectativas sobre mí mismo) y entienda que algunos ellos también deben transitar momentos parecidos.
Pero ese no es mi motor de acción. Mi motor de acción es el compartir, es el ser transparente con lo que hay. Siento que es parte de lo que he venido a hacer en mi vida: ser honesto contando mi verdad.